jueves, 11 de febrero de 2010

AMOR FEROZ


Amor Feroz
Escrito por: Caleb Lázaro
Los aplausos ensordecían mientras la pantalla se tornaba oscura. Esta vez, el sentimiento de satisfacción no fue nada placentero. He celebrado a los héroes victoriosos de películas, libros y de la vida real desde siempre. Pero el darme cuenta que vivimos en un mundo formateado a la noción del bien contra el mal… verdaderamente fue como nacer de nuevo.

Esta noción nos envuelve. Nuestras palabras y nuestras acciones muchas veces son productos de un corazón suscrito a este concepto. En nuestro entretenimiento y en la vida real, nos encontramos adorando a los héroes que hacen lo bueno y condenando a los villanos que traen dolor. Yo diría que a la mayoría no nos placen las cosas viles, e iríamos hasta cualquier extremo para borrarlos de la faz del planeta. Porque la maldad presenta una seria amenaza al trabajo y la sobrevivencia del bien, ¿verdad?.

Cuando la realidad de este formato se asentó en los sistemas lógicos de mi mente, todo el fundamento de mi moralidad fue amenazado. Pero después, al tranquilizarse mi mente, mi corazón respondió con un susurro. Un relato que he escuchado centenares de veces en el pasado, emergió a la superficie en todo su esplendor. Mientras yo anhelaba silencio y revelación, la escena se aclaró. Dedos moviéndose entre la arena. Jesús de Nazaret defendiendo a una mujer malvada. (Juan 8:1-11)

En los evangelios aprendemos sobre un Jesús que desafía la noción del bien contra el mal. Cuando él le dijo a todas esas personas que deben dar la otra mejilla (Mateo 5:38-42), no estaba tratando de transmitir nuevas reglas o credos con los cuales identificarse. Por lo contrario, ésta simple enseñanza nos invita a hacernos una pregunta profunda y desafiante: ¿Qué debo cambiar en la forma como miro y actúo en el mundo para poder ser la clase de persona que manifiesta tanto amor, que cuando alguien me hace daño, prefiero dar la otra mejilla antes que causarle dolor? Aquí, Jesús está sacudiendo el fundamento viejo y cómodo, pero traicionero en el cual muchos de nosotros hemos construido nuestras casas. Porque es demasiado fácil amar a los que nos aman (Mateo 5:43-47). Es demasiado fácil sentirnos justificados en nuestro enojo y violencia contra los que nos hacen daño (Mateo 26:50-52). Es demasiado primitivo pensar que podemos limitar el amar, especialmente cuando sabemos que los primeros seguidores de Jesús prefirieron morir antes que levantar un dedo para hacerle daño a sus enemigos… ellos querían ser como Jesús.

El primer mártir Cristiano, mientras era apedreado, hasta llegó a pronunciar las mismas palabras de compasión que fluyeron de los labios de su maestro crucificado: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Hechos 7:57-60). En el mundo de hoy, lleno de venganza, temor y destrucción, nos enfrentamos a la misma pregunta que cada generación ha luchado para entender. ¿En qué punto está bien no amar y no perdonar a nuestro prójimo?

Es alarmante mirar cuántos de nosotros nos embarcamos en la travesía espiritual condicionando nuestra relación con Dios. “Te amaré, te serviré, y viviré en una relación contigo…porque en tu Palabra me prometes que viviré para siempre y sere premiado por mis esfuerzos”. Quizá no lo decimos exactamente así, pero muchas veces este es el pacto no declarado y tácito que hacemos.

Entonces, ¿qué pasa cuando el fundamento de nuestra vida espiritual esta basada en un amor con condiciones? Se nos hace muy difícil comprender y perdonar a nuestros enemigos. El amor incondicional no espera nada a cambio, es naturalmente desinteresado. Cuando amas a alguien con este amor, amas a la persona simplemente porque existe, y no por lo que te ofrecen. El amar verdaderamente e incondicionalmente es una de las cosas más dificiles en la vida, pero es lo que nos permite reflejar el corazón de Jesús.

No estoy escribiéndote sobre una emoción superficial o la necesidad biológica que muchas veces se confunde con el amor verdadero. El amor verdadero ni siquiera es una emoción. Es una realidad viva que está disponible para nosotros a cada instante y accesible por medio de una decisión. En este amor feróz, encontramos las fuerzas para empezar de nuevo, el coraje para pararnos firmes en las dificultades, y una pasión continua por la búsqueda del corazón de Cristo. En este espacio, podemos acceder al poder amoroso que impulsó el trabajo del Dr. Martin Luther King Jr., la madre Teresa de Calcuta y un grupo de seguidores anónimos de Jesús. Aquí nos encontramos cara a cara con la realidad de la Cruz.

Está claro que hay gente que le hace daño a otros. Y está claro que hay algunos que arriesgarían todo para manifestar su enojo y venganza. ¿Pero cuántos Cristianos hoy en día están dispuestos a arriesgarlo todo por el amor feroz de Dios? Debemos abrir nuestras mentes y nuestros corazones para darnos cuenta que si en verdad conocemos el Amor, entonces no existen los enemigos: solo hermanos y hermanas que aún no han aprendido y experimentado el amor verdadero. Que podamos respirar, pensar, caminar y hablar de tal manera que reflejemos al Señor, con divina comprensión, perdón incondicional y la convicción profunda de que no importa lo que hayan hecho, todos tienen el regalo de la vida y la oportunidad de nacer de nuevo.

Contacto: caleblazaro@gmail.com
Entrada publicada co el debido permiso.

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