¿QUÉ SON LA MISERICORDIA Y LA GRACIA DE DIOS?
Efesios 2:4-9:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
La misericordia de Dios es tan grande que no tuvo en cuenta que estábamos tan sucios en el pecado, y que le habíamos dado la espalda, para derramar su gracia sobre nuestras vidas, enviando a su Hijo a morir por nosotros. Y aquí vemos dos características fundamentales de la personalidad de Dios: su misericordia y su gracia. La misericordia de Dios se manifiesta cuando él no nos da lo que merecemos: el castigo eterno. Su gracia se pone de manifiesto cuando nos da lo que no merecemos: el perdón y la vida eterna a través de Cristo. Esta pequeña historia ilustra estos dos conceptos:
Agustín de Hipona fue un hombre nacido en el norte de Africa a mediados del siglo IV. Durante su juventud vivió una vida lujuriosa e inmoral, la cual narra con vergüenza en su libro “Confesiones”. Este libro es un relato autobiográfico de su jornada espiritual; es una obra maestra de investigación psicológica del corazón del hombre ante Dios. En su libro, Agustín narra que en medio de aquella vida de placeres sexuales y codicia había un constante vacío imposible de llenar. Un día conoció a Jesús, abrió su corazón al Señor y su vida cambió totalmente. Después de su conversión, Agustín renunció a todas sus posesiones, fundó un monasterio y se retiró por tres años a orar y meditar en la Palabra de Dios. Allí escribió varios libros y algunos poemas. A continuación un párrafo de uno de sus libros:
"Alabado y glorificado seas, Dios mío, fuente inagotable de gracia y misericordia. Yo cada día me iba haciendo más miserable y tú cada día te ibas acercando más a mí. Ya tu mano diestra y poderosa me iba a asir para sacarme del lodo y lavar todas las manchas, y yo no lo sabía. Ninguna cosa me estimulaba más para salir de los deleites carnales en que estaba atrapado, que el miedo a la muerte y a tu juicio final."
El siguiente poema fue escrito por este hombre de Dios:
Busqué al Señor y luego supe
que él movía mi alma para buscarlo,
buscándome él a mí.
No fui yo quien te encontró, oh Salvador verdadero,
no... yo fui encontrado por ti.
Tú extendiste tu mano y tomaste la mía;
caminé y no me hundí en el furioso mar de la tormenta.
No fue tanto que yo me asiera de ti,
como que tú, amado Señor, me asiste a mí.
Ahora siento una infinita paz
y sólo amor es mi respuesta a ti, Señor;
aunque la espalda te di, tú me salvaste
porque siempre me amaste, Señor.
¿Alguna vez has sentido lo mismo que este hombre?
Así se manifiesta la misericordia de Dios: no dándonos lo que merecemos. Esta es la gracia de Dios: darnos lo que no merecemos. Todo por su infinito amor. Así declara Romanos 5:8: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
¡A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos!
O R A C I Ó N:
Alabado seas, Dios de amor y misericordia. Te doy gracias en este día porque no tuviste en cuenta mis miserias y mis pecados para derramar sobre mí tu gracia divina. Por favor, ayúdame a corresponder a tu infinito amor, por medio de mi entrega y mi obediencia a ti. En el nombre de Jesús, Amén.
María José Huertas Vázquez
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